El siglo XVII comenzó una crisis económica, la que se añadió la crisis demográfica y la creciente perdida de hegemonía (perdida de poder) de la Monarquía Hispánica. La mayor parte de los ingresos de Estado se gastaron en el pago de la deuda y los intentos de incrementar la profesión fiscal sostenida sobre todo por Castilla, agudizaron los efectos de la crisis.
La agricultura: la falta creciente de brazos y unos métodos arcaicos determinaban unos rendimientos muy bajos, el descenso de la producción puso fin a la etapa expansiva del siglo anterior.
La ganadería: la subida de los precios y la ruina de las manufacturas flamencas por la guerra. La cría de caballos, sin embargo, conoció una gran expansión motivada por las necesidades militares y por la situación de los bueyes y mulos.
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